martes, 10 de mayo de 2011

Historia para que los niños duerman.



Para aquellos dos amiguitos.


Cuenta la historia que en alguna montaña existió un ave. Tan maravillosa como el paraíso (aunque el paraíso no es igual para todos, pero podemos decir que era bella, también considerando que la belleza no es igual para todos) esta ave tuvo tres huevos. Los cuales cuido durante doce años, entregándole toda su vida. Una mañana en la cual ella necesito alimento, salió a buscarlo, sin querer el movimiento de su vuelo hizo que uno de los huevos callera al suelo, debido al fuerte viento, fue cubierto por la hojarasca, y aunque la madre a su regreso, lo busco nunca lo pudo encontrar. Pasaron varios años hasta que los huevos reventaron y vieron la luz. Dos aves maravillosas fueron cuidadas por la madre. Mientras en el suelo: un huevo también reventó y expuso a la vida salvaje un ave torpe, ignorante de su entorno. La madre, como debía de ser le enseño a sus dos polluelos el arte de volar. El arte de cazar. Todo aquello que debía saber un ave de su clase. Mientras en el suelo el ave torpe sobrevivió a todo peligro, pero logro conocer que en el mundo nada es seguro. Cuando los polluelos estaban listos para aventurarse a la caza, la madre les dio las últimas indicaciones: “Todo lo que vuela no debe ser atacado. Siempre que vean para el suelo todo lo pequeño y torpe que está allí, podrá ser devorado”. Los polluelos asintieron con la pequeña cabeza y se lanzaron al viento. Después de un buen rato, identificaron un animal torpe que no sabía con precisión a donde ir, su caminar era frágil, su mirada era de asombro. Ambos concluyeron que era una presa fácil. Dirigieron toda su herencia milenaria hacia ese ser en el suelo. Ese día las aves se alimentaron como su madre les había enseñado.

1 comentario:

  1. oooooh mi madre me enseño muchas cosas, gracias a ella vivo, y ella está en algun lugar especia....

    ResponderEliminar